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Max Barbosa comenta sobre el XI Festival Latinoamericano de Monólogo


Fotos: Miguel Pascual

El XI Festival Latinoamericano del Monólogo continuó el pasado domingo con la presentación de las siguientes actuaciones: el dominicano Junior A. Ventura en Después de los 40, con texto y dirección a su cargo; José Gregorio Parra, venezolano, interpretó La leyenda del horcón, escrita por Juan Pablo López, bajo la dirección de Osvaldo Strongoli; de Argentina, Alejandra Corujo narró Nostradamus, el estado del tiempo del escritor Jorge Carrigán, dirigida por  Vivian Morales; e Isaniel Rojas, también de Venezuela, actuó El perdedor del dramaturgo José Abreu Felippe con la dirección de Juan Roca.

Obvio referirme a las dos primeras por la total ausencia de elementos teatrales que pudieran considerar dichas apariciones como teatro en la mínima expresión del término.

Un acierto la introducción de los monólogos por personajes pertenecientes al repertorio de Havanafama. En este caso Christian Ocón incorporó a Pene Crudo de la obra homónima de Raúl de Cárdenas. Pícaro personaje que a través de su jocosidad hasta promueve los artículos que están a la venta en el vestíbulo para recaudar fondos para la compañía.
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El pasado 29 del actual festejamos la inauguración del XI Festival Latinoamericano del Monólogo auspiciado por la compañía Havanafama dirigida por Juan Roca.

Juan logró el propósito que añoraba: divertirse, porque el teatro es una fiesta. La sala estuvo repleta de un público seguidor del quehacer de esta compañía. El espectáculo se estructuró en dos actos: los testimonios de Martha Casañas, madrina del festival y conocida locutora radial de Miami, así como el relato de teatristas relacionados con Havanafama.  Ella y ellos refirieron sus experiencias personales en cuanto a su vínculo con el teatro. En el acto segundo se recrearon diversas escenas de las obras que esta agrupación estrenó desde el 2006 hasta el 2011. Ambos actos conformaron una presentación innecesariamente prolongada, reiterativa, por casi dos horas. Para los que degustamos el teatro en la ciudad, Havanafama es como el café cubano, parte del entorno; no hay que insistir en su existencia.

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