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Rabelais y un libro



Ilustración de Gustave Doré inspirada en Gargantúa y Pantagruel.-ALBERTO MANGUEL 20/12/2011
Cada lugar tiene sus fantasmas. Más o menos eficaces, más o menos prestigiosos, los espíritus que pueblan un lugar influyen, digan lo que digan los escépticos, en nuestro comportamiento y nuestra imaginación. Yo he sentido esa sombra en casi todos los lugares en los que he vivido. Digo casi: Canadá, con su poca historia y demasiada geografía, es quizá el único país embrujado (como dice uno de sus poetas) por su falta de fantasmas. En todos los otros, en España bien se sabe, los fantasmas hablan.
El lugar donde vivo ahora, en Francia, al sur del Loira, entre la Turena y el Poitou-Charentes, yace bajo la contundente y fantasmal presencia de François Rabelais, humanista, médico, monje primero franciscano, luego benedictino, y por fin apóstata perdonado por el Papa en 1536. Fue uno de los espíritus más sagaces, más cómicos y más avanzados de todos los tiempos, y uno de los más grandes artesanos de lengua francesa. Para oponerse al anquilosado escolasticismo de su siglo, tomó dos célebres gigantes del folclore celta, Gargantúa y su hijo Pantagruel, y les inventó extraordinarias aventuras en un estilo deslumbrante y radicalmente nuevo. Entre los numerosos herederos de Rabelais están Joyce, Céline, Lezama Lima, Cortázar.
Antonio López, Álex de la Iglesia, Marcos Giralt Torrente, Señor Chinarro, Antonio Gala, Joan Fontcuberta y Antón García Abril eligen el libro que les marcó 2011
Alberto OJEDA | Publicado el 20/12/2011  - El Cultural

El 2011 toca a su fin. Uno mira atrás y ve muchas cosas; buenas, malas, regulares... También, si tienes la sana (?) costumbre de leer, ves por el retrovisor títulos de libros entre cuyas páginas hundimos las narices unas horas, unos días, unos meses. Algunos pronto caerán en el olvido, pues apenas despertaron nuestro interés. Otros aguantarán más tiempo en la memoria: formarán parte de ese magma de lecturas pasadas que quedan latentes y, el día menos pensado, otra lectura, o cualquier experiencia, nos los devolverán al presente por arte de la reminiscencia. Y, por último, en un estadio selecto, irán a parar los que sí nos han dejado huella profunda: los que citaremos, recomendaremos, aplicaremos sus enseñanzas en nuestra vida cotidiana, daremos vueltas en nuestra cabeza una y otra vez, y volveremos a releer antes o después. De estos últimos, los elegidos, se confiensan ante elcultural.es Antonio López, Álex de la Iglesia, Marcos Giralt Torrente, Señor Chinarro, Antonio Gala, Joan Fontcuberta y Antón García Abril. 

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