Por Waldo González López –www.TeatroenMiami.com
Como me interesaba visionar El huevo de oro(adaptación libre que de la popular comedia de enredos Melocotón en almíbar, del comediógrafo y dibujante humorístico hispano Miguel Mihura, realizara la destacada actriz Vivian Morales) fui el pasado sábado a El Yunque, donde se presenta la obra llevada al cine y la TV españolas.
Ante todo, Vivian debió enfrentarse con varios nada fáciles dilemas, entre ellos, la trasposición de la trama de la demasiado extensa pieza (cuya acción se desarrolla en Madrid) a nuestro contexto, con el fin de lograr un mejor disfrute de pieza y puesta por los espectadores. En primer lugar, la primera parte adopta un ritmo harto lento que abandona en la segunda, cuando adquiere el adecuado, por requerido.
Ello supone la primera dificultad de su doble labor creadora, pero hay más: en la adaptación y la dirección (otro punto embarazoso) de siete intérpretes de variopinta generación y nacionalidad, formación y praxis(que tanto importan y deciden en un resultado escénico).
Fotos: Cortesía de El Ingenio Teatro (Facebook)
El Gato con Botas que nos presenta el Teatro Trail los domingos a las 11 de la mañana, resulta, de principio a fin, una atractiva oferta, no solo para la grey infantil, sino para toda la familia, ya que se trata de un musical con humor para todos los gustos. Sí, destinada a todos los integrantes de la familia, pues también divierte a adultos o “mayores” que no han perdido la capacidad de soñar, tal quería el poeta.
Sin duda, esta nueva y afortunada propuesta nos trae un posmoderno felino que sobresale justamente por su novedoso empaque, que lo diferencia de todas las versiones/adaptaciones vistas por el crítico en Cuba y en Miami.
De tal suerte, convencen ritmos, estilos y géneros musicales en adaptaciones y arreglos, fusionados a una rica coreografía, cuyos disímiles bailes proliferan en esta entrega no común por tal diversidad, secundada por el continuo movimiento y las acciones físicas de los bien entrenados actores, cuya preparación se constata y agradece.
Por Waldo González López –www.TeatroenMiami.com
Fotos: Gladys Pérez
Una comedia con visos de otredad, de lo no común y, por ello, sustancial, resulta El crédito. Por ello, atrae al público no conforme con el humor gratuito de “doble” (¿“triple”, “cuádruple”…?) sentido, ya habitual en numerosas piezas estrenadas en algunas salas miamenses de amplia concurrencia por espectadores que solo desean “refrescar” y, en consecuencia, su preferencia teatral solo busca y se conforma con lo elemental y pedestre, a partir de que —según suponen y esgrimen— tales tópicos conforman nuestra (supuesta) idiosincrasia, con aquello de: “Bueno, tu sabes. Así somos los nacidos en la Isla”.
De tal suerte, no “lo cubano”, sino “el cubaneo” deviene tópico casi inalterable en numerosas propuestas no convincentes por lo trillado y gratuito de tales estrenos y reposiciones. Mas, tal consideración del crítico no supone de ningún modo un tácito rechazo al humor: no. De ningún modo, solo que prefiere el inteligente, el que sugiere y evidencia el talento del autor, el director y los actores, conjuntados en buenas obras en apreciables puestas.
Tal acontece con El crédito, pieza del conocido dramaturgo barcelonés Jordi Galcerán (1964), la que, en víspera de su estreno, se anunció en la prensa hispana como sigue:
Fotos: Alfredo Armas.
Cuando estrenó esta obra musical de raigambre costumbrista (aliñada con ese ingrediente llamado, en broma y en serio, “cubaneo”), su director, Juan Roca, le confesó al colega Arturo Arias-Polo: ''La comedia costumbrista siempre es bien recibida por el público; por eso recurrí a la adaptación del conocido clásico infantil como pretexto para reírnos de las cosas que le ocurren a los vecinos de la ciudad''.
Y cuando el pasado domingo fui a la reposición de La Cenicienta en Hialeah, Roca más o menos me dijo lo mismo, especificando que el público, ávido de risa, llama al teatro, preguntando: ¿La obra que presentan es una comedia?
Y no es para menos, porque la gente sufre su cotidianidad (guerras y carencias, mediante) y habita El mundo (que ya no) es ancho y ajeno —tal lo definiera el peruano Ciro Alegría en su novela de 1941—, sino muy, quizá demasiado globalizado y, en consecuencia, todo lo malo nos alcanza a todos.
Por ello, además —cambio climático, también mediante— el cada vez más pequeño planeta azul es agobiado por el sofocante calor que nos agosta, presagiando el próximo agosto —y ni quiero presagiar cuánto subirá el termómetro entonces.
Por Waldo Gonzâlez López -www.TeatroenMiami.com
Fotos: Alfredo Armas
La invitación, enviada por la actriz y directora Belkis Proenza y el videoasta y fotógrafo Miguel Pascual, decía:
[Recuerdos de Tulipa] Cuenta la historia de los integrantes de un circo de mala muerte que recorren la Isla de Cuba en la época de los 40’s. Conflictos personales y sentimentales cubren la acción de esta entretenida adaptación para Teatro Musical con personajes sólidos y la introducción de actos circenses, canciones y coreografías de la época.
Pero hay más en esta acogida puesta de Belkis Proenza. Sí, porque la pieza del destacado dramaturgo Manuel Reguera Saumell, llevada al cine (con el título de Tulipa) por su tocayo, el ya fallecido cineasta Manuel Octavio Gómez), aún mantiene no poco de la frescura que entrañó su estreno como pieza para la escena y, más tarde, como filme.
Ante todo, la válida combinación de canto, baile y, sobre todo, elementos de pantomima (“lo chaplinesco”, muy bien adoptado y adaptado por Steven Salgado (Mimo) e Imaray Ulloa (Pierrot), cuyos desempeños se alían a la valiosa labor conjunta del equipo, tras la que resulta plausible la experimentada mano directriz de la propia Belkis, quien —cantante y bailarina, actriz y directora— corrobora aquí su talento para el teatro musical, relevante en la reciente y exitosa puesta de La Lupe en tres tiempos.
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