Por Waldo González López – www.TeatroenMiami.com
Quién no recuerda al menos el verso inicial de su clásico soneto que comienza con ese inolvidable para muchos, para todos: “Me desordeno, amor, me desordeno…”
Tan en boca de tantos está —por no decir de todos (en especial, los cubanos de aquí y de allá)—, que hasta una valiosa cantante chilena lo canta. Pero, leámoslo, que nunca está de más evocarlo una vez más: “Me desordeno, amor, me desordeno / cuando voy en tu boca, demorada; / y casi sin por qué, casi por nada, / te toco con la punta de mi seno. // Te toco con la punta de mi seno, / y con mi soledad desamparada; / y acaso sin estar enamorada; / me desordeno, amor, me desordeno. // Y mi suerte de fruta respetada / arde en tu mano lúbrica y turbada / como una mal promesa del veneno; // y aunque quiero besarte arrodillada, / cuando voy en tu boca, demorada, / me desordeno, amor, me desordeno.”
Bien, pues se dice fácil, pero de ningún modo lo es: Carilda Oliver Labra cumplió este 2012 nada menos que nueve décadas de fértil y juvenil existencia.
Su poesía, tempranamente fue apoyada y premiada por poetas de la talla de Agustín Acosta y José Ángel Buesa, entre otras figuras que —durante los ’40 y ’50 de la pasada centuria— dominaban el panorama lírico cubano.
Mas, desde que en a inicios de la década del 50 de la pasada centuria, la entonces joven poetisa mereciera el Premio Nacional de Poesía, su verso devendría un tópico común, justamente por la limpidez y frescura con que surgiera entonces, para mantenerse en este nuevo siglo, a pesar de los lógicos cambios sociales (por apenas mencionar estos), cuando tan distinta y distante es la sensibilidad del lector… ¿o ciberlector?
Charla con la destacada actriz de teatro, cine y TV
Por Waldo González López –www.TeatroenMiami.com
«Cuando un amigo se va…». Así comienza su canción homónima el cantautor argentino Alberto Cortez, y de inmediato me contagia la nostalgia o, mejor, por más poética: la saudade: la hermosa palabra portuguesa que remite a la gallega morriña o, más allá, a la francesatristesse y a la inglesa sadness.
Muy cercana al antes muy empleado vocablomelancolía, expresa, en definitiva, esatristealegre percepción que nos asalta cuando los recuerdos de situaciones pasadas, de momento nos asaltan y, sin esperarlos, nos desarman…. o nos alegran.
Aún sin una exacta traducción, el re-encuentro con esta amiga de años muy grata le resultó al ex profesor de Historia del Teatro y, desde décadas atrás, crítico de teatro y literatura, quien ahora disfruta entrevistándola.
Porque si, tal aconteció en este caso, a esa querida amiga le tocó ¿en suerte…? ser alumna de quien, ahora (tras varios re-encuentros hasta la fecha: desde el primero a la llegada de él a Miami, luego otro en la recordada puesta de Cartas a Stalin y, ya por fin, este tercero) la entrevista, por lo que es doblemente o, mejor (y valga el neologismo), «triplemente» agradable y, más aún, excelente la ocasión.
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