Chely Lima - El Nuevo Herald
Después de un buen número de funciones a sala llena, Teatro en Miami Studio cierra temporada con Y diente por diente, una versión de la comedia shakesperiana Medida por medida que debemos a Ernesto García, al igual que su dirección, y que producen Sandra García y él mismo, quien además se hace cargo de diseño escenográfico, luces, multimedia y música original.
En la versión de García, un alcalde deja en su lugar a un individuo que no solo desentierra una ley en extremo moralista y la aplica con el mayor rigor, sino que además se convierte en culpable gracias a esa misma ley, y se ampara en la doble moral para no salir perjudicado.
Es ingeniosa la idea de convertir los personajes del bardo inglés en un alcalde con sus cachanchanes, policías,etc., en el marco de un pueblo de principios del siglo pasado, y de travestir actrices, justo lo opuesto a lo que se acostumbraba a hacer dentro del teatro isabelino. Sin embargo, y pese a tan ocurrente punto de partida, la pieza se deshace por unas cuantas costuras.
Y es que, a despecho de la dinámica puesta de García, escenografía bien pensada, diseño de luces funcional y buena musicalización, Y Diente por diente no consigue alzar vuelo. Las escenas que conservan un tono que remite a Shakespeare, como aquellas en las que aparece el alcalde, Isabel ruega por su hermano, o Ángelo se reconoce atraído sin remedio por la novicia, desentonan con las otras donde aparecen los caracteres farsescos representados por las prostitutas, el proxeneta, Lucio o el policía ignorante.
Arturo Arias-Polo - El Nuevo Herald
En su tercera semana, la segunda temporada de Microteatro Miami sigue a todo galope con el estreno mundial de El hielo es agua, un melodrama de Mabel Leyva, dirigido por el actor Osvaldo Strongoli, con las actuaciones de la propia escritora y Maddy Rivera.
La trama gira alrededor de Yoly, una empleada doméstica que muere tras un accidente inesperado.
“Lo primero que me cautivó del proyecto es que se trata de una historia verídica”, expresó Strongoli. “Yoly era una mujer que amaba la vida y que de repente se fue al cielo”.
La obra enfatiza en cuán importante es hacerle saber a las personas, en vida, el afecto que se profesan sus seres más
cercanos.
“En la mayoría de los casos la gente se va de este mundo sin conocer cuánto valía para quienes la rodeaban”, añadió el director, quien considera que el melodrama es el género ideal para trasmitir un buen mensaje.
“Nunca está de más poner un stop en nuestras vidas para valorar lo que tenemos alrededor”, dijo el teatrista argentino de 48 años, que se dio a conocer en su país tras ganar el premio Martín Fierro 1984, como actor revelación por su trabajo en La estancia, cuando pertenecía al grupo Arteón.
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