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Elektra, la actuación como un rito.
Por Max Barbosa para www.TeatroenMiami.com
Por primera vez disfruto una puesta en escena de Galiano 108. Sin embargo, al entrevistar a Vivian Acosta y a José González días antes del estreno de Elektra (Elektra: homenaje a Tomás González), afirmé que “será una puesta novedosa”. Hoy lo confirmo.
Me baso en la manera en que ellos hacen realidad el concepto de actuación transcendente para que la actriz sea el centro del universo donde se desarrollan los sucesos. Ella se adueña del espacio escénico al antojo de los personajes que recrea mediante movimientos que los definen “porque el lenguaje corporal es un oráculo”, asegura Vivian. Por eso la presencia de la danza en cuanto motivación para iniciar acciones que contribuyen a interpretar el texto. Entonces comienza a incorporar los cuatro personajes (Caronte, Agamenón, Clitemnestra y Elektra) con diversas tonalidades vocales cuya proyección llena la sala. Es cierto lo que me dijo José, “no es un monólogo tradicional”. Se intenta solucionar lo que, en mi opinión, es la gran limitante de esta expresión: su progresión dramatúrgica a través de un actor, cómo resolver o no el conflicto sin dialogar. De ahí el recurso de que sobre Elektra deben incidir los diversos componentes que conforman la presentación. El vestuario de Jorge Noa y Pedro Balmaseda, hermoso sin duda, contribuye a que la actriz manipule sus componentes, señalando acciones-conceptos.
Carlos Repilado, como era de esperar, logra que las luces asuman el rol de protagonista siempre para que Elektra penetre a sus anchas en una atmósfera criptológica. Belma Suazo supo interpretar el criterio de trascendencia al asesorar los movimientos danzarios a una actriz acostumbrada al entrenamiento que el caso requiere. La música original de Enrique González se destaca por su coherencia al apoyar la tragedia que se narra. Por supuesto, sin una escenografía acorde con la intención de la puesta, esta quedaría trunca. Noa y Balmaseda lo impiden.
Elektra es un canto de agradecimiento de Vivian Acosta y José González a Tomás. Si él estaba en Teatro en Miami Studio en estos días, reirá de felicidad. Pero, ¡ay!, tengo dudas si quedó resuelta la limitación que señalé al monólogo anteriormente. Es mi culpa, me dejé subyugar por la hermosura del espectáculo y la excelente actuación de Vivian.
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Por Max Barbosa para www.TeatroenMiami.com
Por primera vez disfruto una puesta en escena de Galiano 108. Sin embargo, al entrevistar a Vivian Acosta y a José González días antes del estreno de Elektra (Elektra: homenaje a Tomás González), afirmé que “será una puesta novedosa”. Hoy lo confirmo.
Me baso en la manera en que ellos hacen realidad el concepto de actuación transcendente para que la actriz sea el centro del universo donde se desarrollan los sucesos. Ella se adueña del espacio escénico al antojo de los personajes que recrea mediante movimientos que los definen “porque el lenguaje corporal es un oráculo”, asegura Vivian. Por eso la presencia de la danza en cuanto motivación para iniciar acciones que contribuyen a interpretar el texto. Entonces comienza a incorporar los cuatro personajes (Caronte, Agamenón, Clitemnestra y Elektra) con diversas tonalidades vocales cuya proyección llena la sala. Es cierto lo que me dijo José, “no es un monólogo tradicional”. Se intenta solucionar lo que, en mi opinión, es la gran limitante de esta expresión: su progresión dramatúrgica a través de un actor, cómo resolver o no el conflicto sin dialogar. De ahí el recurso de que sobre Elektra deben incidir los diversos componentes que conforman la presentación. El vestuario de Jorge Noa y Pedro Balmaseda, hermoso sin duda, contribuye a que la actriz manipule sus componentes, señalando acciones-conceptos.
Carlos Repilado, como era de esperar, logra que las luces asuman el rol de protagonista siempre para que Elektra penetre a sus anchas en una atmósfera criptológica. Belma Suazo supo interpretar el criterio de trascendencia al asesorar los movimientos danzarios a una actriz acostumbrada al entrenamiento que el caso requiere. La música original de Enrique González se destaca por su coherencia al apoyar la tragedia que se narra. Por supuesto, sin una escenografía acorde con la intención de la puesta, esta quedaría trunca. Noa y Balmaseda lo impiden.
Elektra es un canto de agradecimiento de Vivian Acosta y José González a Tomás. Si él estaba en Teatro en Miami Studio en estos días, reirá de felicidad. Pero, ¡ay!, tengo dudas si quedó resuelta la limitación que señalé al monólogo anteriormente. Es mi culpa, me dejé subyugar por la hermosura del espectáculo y la excelente actuación de Vivian.
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