ANTONIO O. RODRIGUEZ Especial/El Nuevo Herald
LA OBRA NOS SUMERGE EN UN MUNDO REGIDO POR LAS RELACIONES COMERCIALES, EN EL QUE TODO PARECIERA ESTAR A LA VENTA
Dos años después de haber presentado en Miami la obra El ángel de la culpa, del chileno Marco Antonio de la Parra, vuelve Miguel Ponce --actor, profesor y director cubano radicado en Madrid-- con su Minimal Teatro y otro espectáculo para dos actores. Se trata de Asalto, del brasileño José Vicente, en versión de Federico Castillo, un drama en dos ``rounds'' que propone, a través del intercambio entre un anciano contable y un empleado de limpieza encerrados en el pequeño espacio de la oficina de un edificio bancario, una tensa e inquietante reflexión sobre el ejercicio del poder, la frustración y el difícil arte de la sobrevivencia.
El protagonista, quien ha dedicado medio siglo de vida a un empleo que aborrece y que ha terminado por cosificarlo, odia al todopoderoso y omnipresente señor Mallá, su abusivo jefe. Durante largo tiempo, su expresión de rebeldía ha consistido en llenar de grafitos pornográficos las paredes de los baños del banco, pero en su último día de trabajo trama una venganza y pretende involucrar en ella a Hugo, un humilde --y de escasas luces-- mozo de limpieza que en su tiempo libre, para redondear sus ingresos, vende sus favores sexuales a una clientela masculina.
La acción transcurre en una efectiva cámara negra, con escasos elementos de utilería y un único elemento escenográfico: un escritorio-catafalco que subraya el entorno opresivo y presagia un final trágico. Aunque podría pensarse que se trata de un ``duelo verbal'', en realidad la obra se centra en el contable, quien manipula a Hugo con su discurso y con su dinero, y juega con él como lo haría un gato con un apetitoso ratón. Ponce es un actor experimentado y de amplios recursos; resulta obvio que ha interpretado su personaje en múltiples ocasiones y que domina sus exigencias técnicas, pero por momentos cierta automatización de las emociones resta lozanía a su desempeño.
El joven Lian Cenzano asume con energía el rol de Hugo y consigue una acertada transformación física. Sin embargo, a su abordaje psicológico del personaje aún le faltan hondura y matices, y su dicción (a diferencia de lo que sucedió en Chamaco) no satisface. La construcción de Hugo requería más maduración y tiempo de ensayo, así como una mayor atención a Cenzano por parte del director, especialmente al significado de sus numerosos silencios.
Con algún que otro grito excesivo para una sala ``de bolsillo'' como la de Teatro en Miami Studio y un anunciado desnudo que más parece un ``anzuelo'' para atraer espectadores que un requerimiento de la puesta, Asalto nos sumerge en un mundo regido por las relaciones comerciales, en el que todo pareciera estar a la venta. Pese a que la interacción de los actores podría ser mucho más productiva y reveladora, el enfrentamiento entre el empleado de limpieza y su acosador se materializa, a lo largo de los 60 minutos, con una apreciable progresión dramática. •
`Asalto' en Teatro en Miami Studio, 2500 SW 8 St., Miami. 10, 11 y 12 de diciembre a las 8:30 p.m. Información: (305) 551-7473, http://www.teatroenmiami.org/
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Foto - © Ernesto García.
Foto - © Ernesto García.
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