Por Luis de la Paz - Diario Las Américas
Mientras los niños y algunos adultos caminaban las calles de la ciudad buscando golosinas en el tradicional Trick or Treat la noche de Halloween, hubo literalmente, una fiesta en Teatro en Miami Studio, la pujante sala teatral fundada por Sandra y Ernesto García. Allí fueron convocados de una manera informal y con la idea de compartir y reflexionar sobre el teatro cubano, un grupo de actores, escritores e interesados en el tema, así como algunos de los protagonistas del documental Raíces aéreas (2004), con su realizador Ernesto García. Después de algún tiempo en reposo Raíces aéreas volvió a proyectarse, llenando, sobrepasando diría yo, las expectativas del público y demostrando su importancia y vigencia.
El documental hace una indagación profunda y analítica sobre el teatro cubano, enfatizando la labor de los dramaturgos exiliados. Para quienes no lo hayan visto, es bueno aclarar que García muestra una panorámica de la sociedad cubana y las artes escénicas tras la llegada al poder del castrismo y deja en las voces de seis dramaturgos, investigadores y estudiosos del género –algunos de ellos testigos de varias de las etapas por las que ha atravesado la dramaturgia cubana–, la interpretación de los hechos.
Julio Matas, Matías Montes Huidobro y el reconocido especialista José A. Escarpanter, se refieren a cómo los teatristas cubanos fueron siendo presionados e inducidos por el aparato de poder y las autoridades de cultura, a un compromiso político. Unos se plegaron a las nuevas reglas, otros marcharon al exilio en los primeros años, seguidos por muchos más, conformando una larga relación de artistas desilusionados con el sistema político que se imponía, socavando la libertad de expresión. Uno de ellos es Matías Montes Huidobro, que recuerda en el documental el día que asistió a la Biblioteca Nacional José Martí, en La Habana, la tristemente célebre noche en la que la frase “dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada”, pronunciada por Fidel Castro, dejaba sellado el destino cultural de los autores cubanos. Montes Huidobro resalta en el documental ese momento que crucificaba la libre creación literaria. Aquella sentencia significó el inicio de un éxodo de artistas, que casi medio siglo después de implantada la dictadura, todavía continúa.
Otros entrevistados en el documental Raíces aéreas son Pedro Monge Rafuls (galardonado hace unos días con el Premio René Ariza 2008), Yvonne López Arenal y José Abreu Felippe. Ellos tienen una experiencia diferente del teatro cubano, pues son más jóvenes, pero no por ello menos víctimas de la debacle cultural cubana.
Tras la proyección del documental, quedó claro que Raíces aéreas es un primer eslabón en una necesaria cadena de filmaciones testimoniales y analíticas que permitan recoger de una manera sólida la cultura cubana en el exilio. Ernesto García se refirió a las limitaciones de tipo económico que dificultan realizar más documentales de esta naturaleza, aunque ya se han hecho nuevas entrevistas con vista a “algo” en el futuro.
En el público había quienes veían el documental por primera vez. Otros redescubrieron detalles que les habían pasado inadvertidos. Todos coincidieron en el significado para el teatro cubano de los testimonios. En sus intervenciones, los entrevistados mencionaron al menos una veintena de autores y piezas escritas por cubanos en el exilio. Obras de calidad, importantes en el marco de la dramaturgia cubana en cualquier parte del mundo. De manera que Raíces aéreas también sirve para demostrar a quienes quieren ningunear o ignorar la labor de los dramaturgos cubanos en el destierro, que existe y es palpable, toda una labor que se extiende a la literatura, la música, la plástica y demás manifestaciones artísticas.
La vida cultural de los cubanos exiliados en Miami es cada vez más amplia y respetada. Proliferan las editoriales con buenos libros. Las presentaciones públicas de los artistas son más activas que en otros tiempos, pero es una labor que se queda en el patio. Es hora, y sobre todo necesario, que los artistas cubanos exiliados logren una proyección más internacional. La internet y los blogs están ayudando en ese sentido. Falta, entre otras cosas, un respaldo más decidido de quienes disponen de medios (económicos y de publicidad) para que se pueda hacer más abarcadora la labor que desarrollan quienes poseen talento y disposición, pero carecen de tiempo (es decir, dinero, ya que el dinero ayuda a comprar tiempo) para que el sueño cultural cubano sea una realidad, como lo es el poder político que han alcanzado.
Quizás el gran aporte de Raíces aéreas sea que deja testimonio gráfico, de la huella cultural, la labor y trayectoria de cubanos exiliados. En un futuro vendrán investigadores y estudiosos que tendrán la oportunidad no sólo de consultar los libros y leer las obras de estos autores protagonistas del documental, sino también de escucharlos hablar de su trabajo.
Mientras los niños y algunos adultos caminaban las calles de la ciudad buscando golosinas en el tradicional Trick or Treat la noche de Halloween, hubo literalmente, una fiesta en Teatro en Miami Studio, la pujante sala teatral fundada por Sandra y Ernesto García. Allí fueron convocados de una manera informal y con la idea de compartir y reflexionar sobre el teatro cubano, un grupo de actores, escritores e interesados en el tema, así como algunos de los protagonistas del documental Raíces aéreas (2004), con su realizador Ernesto García. Después de algún tiempo en reposo Raíces aéreas volvió a proyectarse, llenando, sobrepasando diría yo, las expectativas del público y demostrando su importancia y vigencia.
El documental hace una indagación profunda y analítica sobre el teatro cubano, enfatizando la labor de los dramaturgos exiliados. Para quienes no lo hayan visto, es bueno aclarar que García muestra una panorámica de la sociedad cubana y las artes escénicas tras la llegada al poder del castrismo y deja en las voces de seis dramaturgos, investigadores y estudiosos del género –algunos de ellos testigos de varias de las etapas por las que ha atravesado la dramaturgia cubana–, la interpretación de los hechos.
Julio Matas, Matías Montes Huidobro y el reconocido especialista José A. Escarpanter, se refieren a cómo los teatristas cubanos fueron siendo presionados e inducidos por el aparato de poder y las autoridades de cultura, a un compromiso político. Unos se plegaron a las nuevas reglas, otros marcharon al exilio en los primeros años, seguidos por muchos más, conformando una larga relación de artistas desilusionados con el sistema político que se imponía, socavando la libertad de expresión. Uno de ellos es Matías Montes Huidobro, que recuerda en el documental el día que asistió a la Biblioteca Nacional José Martí, en La Habana, la tristemente célebre noche en la que la frase “dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada”, pronunciada por Fidel Castro, dejaba sellado el destino cultural de los autores cubanos. Montes Huidobro resalta en el documental ese momento que crucificaba la libre creación literaria. Aquella sentencia significó el inicio de un éxodo de artistas, que casi medio siglo después de implantada la dictadura, todavía continúa.
Otros entrevistados en el documental Raíces aéreas son Pedro Monge Rafuls (galardonado hace unos días con el Premio René Ariza 2008), Yvonne López Arenal y José Abreu Felippe. Ellos tienen una experiencia diferente del teatro cubano, pues son más jóvenes, pero no por ello menos víctimas de la debacle cultural cubana.
Tras la proyección del documental, quedó claro que Raíces aéreas es un primer eslabón en una necesaria cadena de filmaciones testimoniales y analíticas que permitan recoger de una manera sólida la cultura cubana en el exilio. Ernesto García se refirió a las limitaciones de tipo económico que dificultan realizar más documentales de esta naturaleza, aunque ya se han hecho nuevas entrevistas con vista a “algo” en el futuro.
En el público había quienes veían el documental por primera vez. Otros redescubrieron detalles que les habían pasado inadvertidos. Todos coincidieron en el significado para el teatro cubano de los testimonios. En sus intervenciones, los entrevistados mencionaron al menos una veintena de autores y piezas escritas por cubanos en el exilio. Obras de calidad, importantes en el marco de la dramaturgia cubana en cualquier parte del mundo. De manera que Raíces aéreas también sirve para demostrar a quienes quieren ningunear o ignorar la labor de los dramaturgos cubanos en el destierro, que existe y es palpable, toda una labor que se extiende a la literatura, la música, la plástica y demás manifestaciones artísticas.
La vida cultural de los cubanos exiliados en Miami es cada vez más amplia y respetada. Proliferan las editoriales con buenos libros. Las presentaciones públicas de los artistas son más activas que en otros tiempos, pero es una labor que se queda en el patio. Es hora, y sobre todo necesario, que los artistas cubanos exiliados logren una proyección más internacional. La internet y los blogs están ayudando en ese sentido. Falta, entre otras cosas, un respaldo más decidido de quienes disponen de medios (económicos y de publicidad) para que se pueda hacer más abarcadora la labor que desarrollan quienes poseen talento y disposición, pero carecen de tiempo (es decir, dinero, ya que el dinero ayuda a comprar tiempo) para que el sueño cultural cubano sea una realidad, como lo es el poder político que han alcanzado.
Quizás el gran aporte de Raíces aéreas sea que deja testimonio gráfico, de la huella cultural, la labor y trayectoria de cubanos exiliados. En un futuro vendrán investigadores y estudiosos que tendrán la oportunidad no sólo de consultar los libros y leer las obras de estos autores protagonistas del documental, sino también de escucharlos hablar de su trabajo.
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